29/7/12

LURDES CASTRO Y JOSE MANUEL MENJIBAR: "BANCO, ALQUILAME MI CASA

Quién lo diría. Los débiles de verdad nunca se rinden" (Mario Benedetti).
Ahora que el mundo parece decidido a estrujar a los pobres y que se ha declarado una guerra en la que las bombas no son ya misiles sino cartas de despido y órdenes de desahucio, parece el momento adecuado para congratularse por los pequeños triunfos del pueblo, por diminutos y temporales que sean.
Lourdes Castro Rivera, mujer de 35 años, madre de dos hijos y parada de larga duración, es la protagonista de un desahucio frustrado para el que la justicia ya está buscando nueva fecha de ejecución. Su historia es una de las muchas que cada día se estrellan sin solución entre las cuatro paredes de un banco sin pudor. Arranca en 2005, cuando Lourdes y su ahora exmarido vendieron su vivienda y decidieron comprar una casa en el Campo de la Verdad. Eran tiempos de bonanza y la vida les sonreía. Con el dinero que obtuvieron de la venta, pagaron la mayor parte del inmueble, pero pidieron un préstamo para lo que les faltaba y para su reforma, en el que incluyeron los pagos pendientes por la adquisición de un coche. El aval de aquel préstamo de 60.000 euros fue la propia casa.
La felicidad duró poco. En el año 2007, empezó la crisis y la pareja empezó además a desmoronarse hasta que optaron por el divorcio. Lourdes y su exmarido acordaron por convenio el pago al 50% de la vivienda, una condición que se cumplió hasta que en el 2009 él se casó con otra mujer y ella empezó a compartir su vida con otro hombre. "Desde ese momento, mi exmarido siguió pagando la pensión de mis hijos, pero dejó de pagar su parte de la hipoteca y yo, que ya estaba en paro, al igual que José Manuel (su pareja), no pude hacer frente a la hipoteca", explica sincera. Las cuotas, de unos 400 euros, se convirtieron en una losa para una familia que contaba solo con la manutención de los niños y una ayuda social de 426 euros. En medio de tales circunstancias, José Manuel, tratado durante años contra la obesidad, empezó a ganar peso hasta alcanzar los 200 kilos, impidiéndole contribuir de alguna forma a la economía familiar.
Los meses fueron pasando y con ellos las advertencias del banco y los fallidos intentos de negociación. "No nos negamos a pagar, pero, sin trabajo, no podemos hacer frente a la hipoteca, así que nos ofrecimos a pagar un alquiler social durante 18 meses con opción de compra después, a la espera de que nuestra situación económica mejorara", explica Lourdes, que no sabe qué será de ellos y de sus dos hijos si se ejecuta el desalojo. "Llevo meses con problemas para dormir y a base de ansiolíticos", confiesa.
La amenaza de subasta de la vivienda se cumplió hace más de un año aunque, para sorpresa de su propietaria, fue adquirida por una cantidad irrisoria comparada con lo que el banco le exije a ella. "No entiendo cómo a mí me piden 72.000 euros y luego la compra una sociedad inmobiliaria fantasma por 5.000", señala indignada. El 9 de julio su casa debía ser desalojada, pero la plataforma Stop Desahucios consiguió un aplazamiento. Ahora solo cabe esperar.

En busca de una esperanza

Lourdes y José Manuel, a pesar de su debilidad frente a un sistema depredador e injusto, están dispuestos a resistir contra viento y marea. El, que se sometió a una operación de reducción de estómago para mejorar su forma física, asegura estar buscando trabajo en cualquier cosa. "Tengo experiencia como camarero, repartidor, charcutero, reponedor y peón de albañil y ahora estoy haciendo un curso de cocina en la Escuela de Hostelería", explica José Manuel, que también tiene un hijo de una relación anterior al que su falta de ingresos le impide pasar la pensión. A su lado, Lourdes insiste en dar las gracias a Stop Desahucios por su intervención. "Cuando acudimos a ellos, nos encontrábamos en un callejón sin salida, ahora sabemos que hay gente dispuesta a ayudarnos y eso nos da fuerza", asegura.

"Tener un trabajo"

Al igual que millones de españoles que están en el paro, el sueño de Lourdes Castro y de su compañero sentimental es encontrar un trabajo lo antes posible y tener opciones para negociar con el banco. "Me gustaría llegar a un acuerdo y que no me echen de mi casa", explica, "ahora ni siquiera puedo alquilar una vivienda porque me piden una nómina que no tengo y en Vimcorsa la lista de espera es infinita".
PUBLICADO EN EL DIARIO DE CÓRDOBA EL 29/07/12

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