9/12/12

SOBRE NUESTRO RIO, OPINIÓN

Vida silvestre en mitad de la ciudad
Los pequeños hábitats silvestres que perduran en las ciudades son absolutamente necesarios para lograr una mayor calidad de vida urbana, porque ayudan a paliar los problemas medioambientales y aportan bienestar, relajación y posibilidades de ocio y deporte. Se pueden alegar muchas razones que justifiquen la propagación y conservación de la flora y fauna silvestres en las áreas urbanas. Estas incluyen, por una parte, razones puramente éticas, y, por otra, razones ecológicas, estéticas, educativas, científicas, económicas e incluso, aunque pueda resultar sorprendente, como facilitadoras de cierta estabilidad emocional.
Para explicar esto último podemos recurrir a los estudios realizados por investigadores de la facultad de Psicología de la Universidad de Michigan, que demostraron que después de pasear una hora en contacto con la naturaleza, la memoria y la atención mejoraban un 20%. La investigación, publicada en Psychological Science , demuestra que interactuar con la naturaleza pueden ayudar a las personas que padecen de fatiga mental y tiene efectos similares a la meditación. De eso ya se había dado cuenta, sin tantos estudios científicos, Miguel de Unamuno, que afirmaba que una ciudad desde el centro de la cual no se pueda llegar a pie en cosa de un cuarto de hora al campo libre es una ciudad que no respondía a sus más íntimas necesidades espirituales.
Pues bien, en Córdoba no hace falta desplazarse ni un metro para disfrutar de esa naturaleza silvestre tan beneficiosa: está maravillosamente infiltrada en mitad de la ciudad. Se conoce como los Sotos de la Albolafia y es tal el valor ecológico que encierra que ha sido declarado Espacio Natural Protegido. Pocas urbes cuentan con el privilegio de tener un monumento natural incluido dentro de su casco urbano. De este modo, una ciudad conocida en todo el mundo por su convivencia y armonía entre diferentes culturas es también un ejemplo de comunión entre naturaleza y vida urbana.
En una época donde la mayoría de las ciudades desarrolladas hacen importantes inversiones para recuperar algo de su esquilmada naturaleza y llevarla de nuevo a las ciudades (incluyendo normas para el desarrollo de edificaciones que permitan más oportunidades para el incremento de los hábitats silvestres, y que causen el menor daño posible a los ya existentes en el conjunto del área edificada) a la ciudad de Córdoba se le concede este regalo, y aún así nos planteamos si deberíamos destruirlo para conseguir lo que todo el mundo tiene: una ribera domesticada con embarcadero y merenderos en sus orillas. Se debe de huir de la uniformidad, que hace semejantes los paisajes y las relaciones ecológicas, y representan una pérdida de la sensación de lugar único para los habitantes de la ciudad. La frondosidad de los Sotos de la Albolafia no se puede transformar en un parque más dentro de la ciudad de Córdoba, en una naturaleza institucionalizada, un espacio voluntariamente diseñado para albergar formas de vida exóticas y ordenadas; si así ocurriera, desaparecerían muchas de las especies protegidas que habitan este espléndido y valioso paisaje y que lo hacen único.
JOSÉ AUMENTE, Biólogo
PUBLICADO EN EL DIARIO DE CÓRDOBA EL 09/12/12

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