28/8/22

Tema de reflexión: Utopía inodora

La disponibilidad continua, ilimitada, de agua corriente durante las veinticuatro horas del día de cada uno de los trescientos sesenta y cinco días del año sin movernos del recinto de nuestro domicilio es una condición recientísima (y efímera) limitada por el nivel de bienestar de nuestro país y por nuestra situación de clase.

En Europa los verdaderos boletines de guerra no solo provienen de Ucrania, sino del frente climático. El gobierno francés ha tomado medidas drásticas respecto al uso del agua, prohibiendo regar el césped y lavar los coches en sesenta y dos de los ciento un departamentos del país, dado que más de cien municipios ya no disponen de agua potable. Las centrales nucleares del Ródano y el Garona han tenido que reducir su producción por la insuficiencia de los respectivos caudales para refrigerar sus reactores. En Italia, el gobierno ha declarado el estado de emergencia en cinco de las veinte regiones, mientras se descubren bombas de la Segunda Guerra Mundial en el lecho desecado de su mayor río, el Po. En Alemania, el caudal del Rin es tan escaso que los cargueros fluviales que recorren los mil kilómetros que separan Austria de Holanda han tenido que reducir su carga de 3.000 a 900 toneladas para no encallar, mientras se espera que el río sea pronto intransitable para el tráfico de mercancías. En Inglaterra, por primera vez desde que se tiene constancia, las fuentes del Támesis se han secado y el río está empezando a fluir ocho kilómetros más abajo. En España se han impuesto restricciones al consumo de agua en Cataluña, Galicia y Andalucía.

Se trata de señales de alarma del mundo que nos espera. Dentro de unos siglos, la idea del agua como un recurso abundante, cuyo uso era considerado un derecho universal, puede ser inimaginable. Circulará entonces la leyenda metropolitana de una mítica edad del agua en la que los seres humanos que habitaban el planeta tan solo unas pocas generaciones antes se duchaban todos los días y usaban agua potable para descargar sus propios residuos excrementales en los ríos; correrá la leyenda de que en esos tiempos remotos, que son los nuestros, el agua era un bien abundante, disponible para todos y, además, cosa realmente extraña, un derecho universal. Es también posible que muchos, más perspicaces y realistas, se muestren escépticos ante semejantes mitos, que recurrentemente siempre aparecen para embellecer el pasado. PARA LEER NOTICIA COMPLETA HACER CLICK AQUÍ. PUBLICADO POR Marco d’Eramo EN EL SALTO EL 21/08/2022.

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