--(¡ Ring, ring, ring!) ¿Es el cielo? ¿Está Paco Castillo?
--No, aún no ha llegado, pero se le espera, tiene un sitio especial reservado. Está dando una última vuelta por Las Palmeras, quería visitar al Lele, con las prisas no lo ha podido hacer antes, y quería dejarle algún que otro recado, cosas pendientes, ya sabes, la incorporación del barrio a la normalidad del distrito y la ciudad que tanto amaba, el trabajo para "los excluidos", su "adesentamiento."
--Dígale que no se preocupe, aquí no nos olvidamos de su trabajo, ni de sus ideas, el huerto de Miralbaida, esa incorporación de Palmeras, no tiene más que ver lo bien que va el centro de formación de Las Palmeras que tiene su sello, ni el Banco del Tiempo, su banco, su único banco, y qué pena con un poco más de tiempo, hubiera visto algunas cosas.
-- ¿Oiga? ¿Quién le ha dicho a usted que no las va a ver?
--Ya, pero digo desde aquí, tenía tanta ilusión.
--Bueno, cuando llegue, dígale que me llame, es urgente. A quién le cuento yo ahora mis penas, el sabía escuchar y no me ha dado tiempo de despedirme, ¿han sido muchos años, sabe? Algunas alegrías y momentos difíciles los que hemos vivido juntos, y él como voluntario en Adsam y en Zoveco siempre estuvo a nuestro lado, proponiendo ideas, buscando complicidades, acercándonos a su barrio, Miralbaida, y a su gente. Era un hombre muy tolerante y dialogador, ¿sabe? Y muy sencillo, mucho, no sabe usted cómo se aprecia eso hoy día, por escaso.
--Por favor, no se olvide, que llame, deja un hueco difícil de tapar.
Gracias, Paco. Hasta siempre. JUAN MUÑOZ BELLIDO
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